AVV
Lo sucedido estos días en torno a la Hoguera (reivindicativa) de San Juan que organiza desde hace casi 50 años la Asociación Vecinal de Vicálvaro (AVV) ha retratado perfectamente el ambiente en el que nos movemos. También ha dejado claro lo que es Vox (y todo lo que no le gusta), el grupo político que propuso en el Pleno del Distrito de Vicálvaro del mes de julio que fuera la Junta Municipal quien asumiera la organización de la Hoguera para, según explicaron, “devolverla a los vecinos y alejarla de la politización”, ya que ellos saben perfectamente lo que quieren los vecinos (no las vecinas, claro está) y qué debe ser político y qué no.
Ni vivienda ni sanidad ni educación ni paz
Según escuchamos en el Pleno, a Vox no le gusta la Hoguera que organiza la AVV desde hace casi 50 años. Tampoco la Junta Directiva de la asociación que está al frente de la misma y que decide la reivindicación de cada año. Ni el logo de la entidad porque dijeron que emula los colores de la bandera republicana (suponemos que son más de banderas con pollo, impuestas tras golpes de Estado ilegales). En definitiva, no les gusta que las vecinas y vecinos tengan y defiendan opiniones políticas (al menos, no las que ellos no consideran apropiadas).
Desde la AVV nos preguntamos qué es exactamente a lo que se oponen los vocales vecinos de Vox. Sólo por remontarnos a los últimos años, con la Hoguera hemos reivindicado el derecho a una vivienda digna, la educación pública, la sanidad universal y de calidad y la paz. ¿Están en contra de todo eso? ¿No quieren que las vecinas y los vecinos de las que tanto hablan puedan vivir en una casa con dignidad? ¿Tampoco que haya una educación y una sanidad públicas, gracias a las cuales todos y todas tengamos igualdad de oportunidades en la formación y nos podamos curar las enfermedades sin perder la vida en el proceso? ¿Están a favor de la guerra y de que niños y niñas y personas inocentes mueran en luchas imperialistas guiadas únicamente por las ansias de poder y el dinero? Tristemente parece que la respuesta a todas esas preguntas es sí y eso deja un retrato bastante nítido de lo que es Vox.
Sin duda, el origen de esta propuesta está en la ignorancia. Esta formación política no distingue entre lo que es un acto institucional (de la Junta, por ejemplo), de lo que es una actividad organizada por una entidad vecinal o de otro tipo. Desconocen el funcionamiento de lo público y no son partidarios de las libertades políticas. Si Vox quiere una hoguera diferente, que la organice. Puede incluso quemar en ella esos libros que tanto le molestan y acompañarla con una buena misa en honor al santo, todo bien rodeado de banderas, con o sin pollo. También pueden utilizar cruces.
¿Un error?
Lo cierto es que la formación ultraderechista cometió un error al presentar la proposición, ya que obligó al concejal Ángel Ramos a hacer una ¿encendida? defensa de la libertad de expresión y de la AVV porque, aseguró, él es “un demócrata” (no sabemos si convencido o no). Una posición incómoda puesto que, tal y como señaló de forma rotunda en el Pleno, mantiene muchas discrepancias con la Asociación Vecinal y con la propia Hoguera. En cualquier caso, afirmó tajantemente que la Junta Municipal nunca asumirá la organización de la Hoguera, tan sólo colaborará como hasta ahora en diversas tareas (por ejemplo, el desbrozado de la parcela). En la votación posterior, la propuesta fue rechazada porque sólo el grupo proponente votó a favor. Y hasta ahí llegó la defensa del concejal Ramos.
Doble vara de medir
Porque no todo iba a ser palos para Vox, muy a menudo fuerza aliada del Partido Popular, no lo olvidemos. De hecho, les permitió, en contra de lo que se advierte al inicio de cada Pleno, que interrumpieran el buen desarrollo del mismo. Vox había tocado a rebato, por lo que unos cuantos y cuantas simpatizantes o militantes (¿de Vicálvaro o de otros barrios?) estuvieron presente en la sala. Su objetivo: hacerse notar y boicotearlo. Al inicio de la sesión y tras una señal de sus vocales vecinos, estas personas exhibieron varios carteles que atacaban directamente al grupo socialista, que en ese momento estaba en el uso de la palabra. El concejal los llamó al orden sin más. Los propios representantes de la formación ultra repitieron desde el escenario la acción. Ramos también se lo recriminó, incluso les advirtió de que los iba a expulsar del Pleno. Lo hizo hasta en cinco ocasiones, pero ahí se quedó todo, a pesar de que los simpatizantes de Vox y sus vocales vecinos insistieron de forma reiterada en su comportamiento. El palo y la zanahoria.
Una actitud diferente mostró el concejal con las personas que representaban a la Asociación Vecinal de Vicálvaro, una entidad que, aunque no podía intervenir en el Pleno, sí estaba directamente afectada por lo que allí se estaba debatiendo. Lo oportuno habría sido que Ángel Ramos hubiera dado la palabra a alguien de la AVV para defenderse de los delirantes argumentos del vocal vecino de Vox contra la Hoguera y la propia Asociación. Por ejemplo, llegaron a decir que en la Hoguera del año pasado se quemó un maniquí disfrazado de personal sanitario, lo que no es cierto, tal y como ha quedado demostrado después.
En lugar de permitir la intervención de la AVV, el concejal optó por expulsar del Pleno a sus representantes cuando estas personas intentaron contestar a las mentiras de los políticos ultras. La invitación del concejal a salir del salón de actos vino acompañada de un amable requerimiento por parte de varios agentes de la Policía Municipal. Sin duda, una doble vara de medir la que utilizó Ángel Ramos que, al menos, hace que nos planteemos si sus convicciones democráticas son verdaderamente tan profundas.





