Dar visibilidad a la discapacidad no es solo hablar de barreras físicas o de accesos adaptados. Es hablar de empatía, de respeto y de la necesidad de que toda la sociedad comprenda que la discapacidad no define a una persona, sino que forma parte de su realidad. Las personas con discapacidad no somos diferentes en valor ni en capacidad de vivir, crear o aportar; simplemente convivimos con unas condiciones que a veces exigen más esfuerzo o adaptación del entorno.
Durante mucho tiempo, el término “minusválidos” se utilizó para referirse a nosotros. Hoy, sabemos que es un término equivocado y cargado de connotaciones negativas. No somos “menos válidos”. Tenemos los mismos derechos, la misma valía y las mismas ganas de vivir plenamente. Por eso, la Ley 4/2023, de 28 de febrero , para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos LGTBI, en su disposición final cuarta, establece la eliminación del término “minusválido” de todo el ordenamiento jurídico español y su sustitución por “persona con discapacidad”.
Las palabras importan. Y mucho. Porque con ellas construimos la forma en la que miramos a los demás. Cambiar una palabra no es un simple gesto: es una manera de avanzar como sociedad, de reconocer la dignidad de todos y de hacer que la inclusión sea una realidad.
La inclusión no se logra solo con leyes, sino con gestos cotidianos. Con la empatía de mirar a una persona con discapacidad y no ver limitaciones, sino capacidades. Con la decisión de adaptar espacios, de escuchar, de comprender y de dejar atrás prejuicios que todavía persisten.
En este sentido, resulta decepcionante ver que aún hoy existan lugares donde se mantiene el término
“minusválidos” en su señalética. En este caso concreto, un hotel en nuestro distrito Vicálvaro, más concretamente en Valderribas, ApartHotel Encasa, mantiene un cartel con esa palabra. He intentado comunicarme con ellos por correo electrónico y por otras vías para explicar la importancia de actualizarlo, pero lamentablemente no he recibido ninguna respuesta. Y eso también forma parte del problema: el silencio, la indiferencia, la falta de sensibilidad hacia algo que para muchos puede parecer un detalle, pero que para quienes vivimos con una discapacidad tiene un profundo significado.
Tengo una discapacidad y cada día lucho por dar visibilidad, por sensibilizar y por recordar que todos merecemos ser tratados con respeto. La inclusión empieza cuando nos damos cuenta de que todos formamos parte del mismo mundo, con nuestras diferencias, pero con el mismo derecho a ser vistos, escuchados y valorados.
Cambiar una palabra, responder a un mensaje o actualizar una señal puede parecer algo pequeño, pero en realidad es un paso enorme hacia una sociedad más justa, más humana y verdaderamente inclusiva.
Iris Torrente